Reglas Generales

Este juego, muy popular también, se juega con la baraja de cuarenta cartas. Pueden participar tantos jugadores como se desee, aunque suele jugarse entre dos o entre cuatro. Si el juego se realiza entre cuatro, los jugadores van de compañeros, por parejas. La formación de éstas se hace por sorteo o simplemente por desafío. Este juego tiene cierta semejanza con el tute.

Cuando se juega de compañeros, vale decir, una pareja contra otra, los jugadores se sentarán alternados, de manera que los compañeros queden frente a frente. Se determina por sorteo quién debedar las cartas; el jugador designado barajará el mazo y lo dará a cortar al jugador sentado a su izquierda, quien cortará sin sacar menos de cuatro cartas y sin dejar menos de cuatro.

El que da, distribuye entonces las cartas dando tres a cada jugador (comenzando por el de la derecha) y dándose tres a sí mismo. Terminado esto vuelve boca arriba la carta inferior del mazo, que señalará el palo de triunfo, dejándola en esa posición sobre la mesa y con el mazo sobre ella. Como la carta que marca el triunfo puede ser vaoliosa, podrá ser tomada por el jugador que tenga el siete del mismo palo, dejando a éste en lugar de aquélla; el siete, a su vez, puede ser reemplazado por el dos.

El cambio de la carta que señala el triunfo por el siete o por el dos, sólo se podrá ralizar antes de haberse jugado la penúltima baza.

El jugador mano, echa entonces una carta sobre la mesa; el que le sigue en el turno debe servir el palo, vale decir, jugar el mismo palo que ha jugado el primero. Si no tuviera carta del mismo palo tiene la obligación de jugar triunfo; si no tienen ninguna de las dos cosas podrá jugar cualquier otra carta. No es obligatorio matar la carta jugada en primer término.

Los restantes jugadores proceden del mismo modo.

Cuando todos los participantes hayan jugado su carta, recoge la baza el que la haya ganado (jugando de compañeros puede recogerla cualquiera de los componentes de la pareja). El que ganó la baza roba entonces una carta del mazo, operación que repite cada uno de los jugadores restantes, siguiendo el turno.

El ganador de la baza anterior sale entonces de una carta, prosiguiendo el juego tal como se ha explicado; la mano o vuelta termina al acabarse las cartas del mazo y las que los jugadores tienen en la mano.

Debe tratarse de reservar las cartas más valiosas, procurando que los contrarios se vean obligados a gastar sin provecho los triunfos que tengan. Las cartas de triunfo, por poco valor que tengan, matan a cualquiera de las de otros palos.

Así si el triunfo es de oros, el dos de este palo podrá matar al as de cualquiera de los tres palos restantes. Cada partida ganada representa un tanto. La cantidad de éstos se fija de antemano y cada partida puede consistir en uno o más juegos.

Para ganar es necesario reunir más de 60 puntos. La distribución de las cartas la realiza cada jugador, por turno, al terminar cada mano, siguiendo el orden de derecha a izquierda. No está permitido decir al compañero qué cartas se tienen, excepto mediante un código de señas cuya eficacia es discutible, ya que los contrarios pueden conocerlas también y sorprender a su contrincante en el momento en que las hace.

Las señas de uso más o menos general suelen ser las siguientes:

As de Triunfo: Mirar hacia arriba

Tres de Triunfo: Guiñar un ojo

Rey de Triunfo: Extender los labios hacia el frente

Caballo de Triunfo: Torcer la boca hacia la derecha

Sota de Triunfo: Asomar la punta de la lengua.

Ases: Los ases que no son de triunfo se llaman briscas y su posesión se señala inclinando la cabeza.

Cuando no se tiene Triunfo: Cerrar los ojos.

Para que el compañero juegue una carta de valor (que no sea triunfo): Soplar

Para que el compañero indique qué tiene: Mirarlo fijamente.

 

La Brisca al revés

Casi todos los juegos pueden hacerse al revés para dar mayor variedad y hacer más divertidas las reuniones.

Entendemos por jugar al revés hacer todo lo posible por ganar perdiendo, o sea tratar de hacer la menor cantidad posible de puntos y procurar, a la vez, que el contrario acumule gran número de aquéllos. Gana el juego quien menos puntos haya hecho, y por consiguiente es preciso, en la brisca al revés, obsequiar al adversario con todas las cartas valiosas que sea posible, reservando las de mnos valor, que pocos puntos puedan proporcionar. Esta forma de jugar provca situaciones divertidas que contribuyen a extraer el máximo de provecho de los naipes.

 

La Brisca a Ciegas

En ésta el jugador no debe ver las cartas que le han tocado en suerte. Las juega, por tanto, sin verlas hasta que no están ya jugadas. Ello significa que el jugador nada puede hacer por tratar de g anar, y sólo el capricho de la suerte decidirá el final de la partida.

 

Valor de las Cartas

Es igual para todos los palos, y es el siguiente:

As, 11 puntos

Tres, 10 puntos

Rey, 4 puntos

Caballo, 3 puntos

Sota, 2 puntos

Las restantes cartas no tienen valor para el recuento de puntos, pero valen para matar a una inferior, como por ejemplo el siete al seis, etc.